Preparar un postre es como escribir un cuento, con sus tres respectivas partes: ingredientes (inicio), preparación (nudo) y el emplatado (desenlace), siendo este último el que determinará el éxito de la receta. Mientras que algunos optan por adornar con muchos detalles, otros mantienen un estilo más sencillo; en cualquier caso jamás deberán producir un choque de sabores o malos contrastes. Sin embargo, para decorar un plato no es necesario haber estudiado en grandes escuelas, solo se necesita tener un poco de criterio.
El emplatado, que en términos culinarios significa el decorar el plato de comida para una adecuada presentación de tal forma que sea simpática a la vista y que deja carta libre al pastelero para expresar una cocina creativa.
Esperado final
Por lo general, cada repostero(a) adopta un estilo peculiar: el arte barroco en la repostería moderna, por ejemplo, es el que lleva una fiesta de detalles pomposos y más adornos alrededor, lo que logrará el giró de cabeza de muchos golosos o también el rechazo de un comensal causal, esto lo convierte en un arma de doble filo. No hay que excederse.
De otro lado, el estilo clásico es aquel que usa la receta original, sin ninguna variación, pues busca rescatar las raíces del postre, logrando trasladar a las personas a otras épocas con tan solo un bocado. Otra importante cualidad es lo sencillo del decorado, en el que normalmente se usan trozos de fruta o un poco de coulis para acompañar.
En cambio, el estilo moderno trata de romper esquemas, las recetas ya no son las mismas, han sufrido grandes variaciones en cuanto a ingredientes y técnicas; además, han sido creadas nuevas herramientas para simplificarnos el trabajo. Y ni que decir del decorado: ahora se presentan los detalles muy elaborados ya sea de modo natural o de manera molecular.
Para no olvidar
Un buen ejemplo de repostería clásica es el que realiza Osvaldo Gross del Canal Gourmet, sencillo y fresco; mientras que en el Perú esta Sandra Plevisani con un estilo más moderno y muy barroco, que tiene como firma su famoso rulo de caramelo.
Si lo que se busca es impresionar usando cualquiera de estos estilos, se debe tener en cuenta lo siguiente:
El emplatado, que en términos culinarios significa el decorar el plato de comida para una adecuada presentación de tal forma que sea simpática a la vista y que deja carta libre al pastelero para expresar una cocina creativa.
Esperado final
Por lo general, cada repostero(a) adopta un estilo peculiar: el arte barroco en la repostería moderna, por ejemplo, es el que lleva una fiesta de detalles pomposos y más adornos alrededor, lo que logrará el giró de cabeza de muchos golosos o también el rechazo de un comensal causal, esto lo convierte en un arma de doble filo. No hay que excederse.
De otro lado, el estilo clásico es aquel que usa la receta original, sin ninguna variación, pues busca rescatar las raíces del postre, logrando trasladar a las personas a otras épocas con tan solo un bocado. Otra importante cualidad es lo sencillo del decorado, en el que normalmente se usan trozos de fruta o un poco de coulis para acompañar.
En cambio, el estilo moderno trata de romper esquemas, las recetas ya no son las mismas, han sufrido grandes variaciones en cuanto a ingredientes y técnicas; además, han sido creadas nuevas herramientas para simplificarnos el trabajo. Y ni que decir del decorado: ahora se presentan los detalles muy elaborados ya sea de modo natural o de manera molecular.
Para no olvidar
Un buen ejemplo de repostería clásica es el que realiza Osvaldo Gross del Canal Gourmet, sencillo y fresco; mientras que en el Perú esta Sandra Plevisani con un estilo más moderno y muy barroco, que tiene como firma su famoso rulo de caramelo.
Si lo que se busca es impresionar usando cualquiera de estos estilos, se debe tener en cuenta lo siguiente:
- Elegir primero el plato adecuado, con el fondo neutro. Para los postres calientes conviene uno redondo, mientras que para los fríos pueden usar los rectangulares o cuadrados.
- Para la decoración: de preferencia solo adornar con elementos naturales y/o artesanales -nunca artificiales- por cuestiones de salud.
- Los colores: en una torta nunca deben presentarse más de cuatro colores, mientras que en un helado los colores son los que darán vida a este postre infantil.
- Si lo que desean es darle elegancia y no están muy seguros de qué usar, pueden optar por las frutas de temporada en trozos regulares o por las flores, muchas son comestibles y dan el toque de frescura a los postres cálidos.
Hasta el más mínimo detalle puede marcar la diferencia. No hay moraleja para esta historia, solo un detalle final: dejarse llevar por la creatividad, mucha gente lo agradecerá.
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